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Una experiencia de Solidaridad


Por: Antuaneth Alarcón Turbay*

Se aproxima el Día Internacional de la Solidaridad declarado por la Asamblea General de la ONU el 20 de diciembre, y con él la invitación a todas las sociedades del mundo a que vigoricen en la igualdad, la garantía de los derechos y en la justicia. La solidaridad es un sentimiento que conmueve a la ayuda mutua en razón a que entre los seres humanos  se comparten los mismos bienes básicos para una existencia digna.

Es claro que corresponde al Gobierno trabajar sin excusa sobre aquellas necesidades que le son obligación satisfacer. Pero lograr la efectividad de cualquier derecho implica un esfuerzo continuado y costoso que se dificulta en el contexto de nuestro país; pero nadie discute que por lo menos el Gobierno debe garantizar el diseño y la buena implementación de políticas públicas en pro de los derechos.

Por distintas razones, el derecho a la Educación de nuestros niños sigue siendo una asignatura pendiente: la indolencia, la desidia y la descomposición moral en lo público, como elementos de la corrupción son algunas razones evidentes. Y Conocer esta realidad nos motiva a escribir estas líneas, compartiendo una experiencia personal y buscando el sistema se active para brindar una solución más completa a los colegios que intentan educar pero tristemente no tienen ni los libros básicos para hacer su labor.

Es importante que todos seamos conscientes de la realidad que vivimos y que somos actores decisivos en ella, por tanto actuar es un imperativo moral y aquí la solidaridad se vuelve la base de lo que debemos ser para salir adelante, y así es deber de todos los ciudadanos contribuir a la efectividad de los derechos, no sólo respetándolos, sino tomando acción decidida para promoverlos. Siguiendo esta premisa, al inicio de este semestre que ya terminó, en la asignatura de Derecho Constitucional, el profesor estableció que parte de la evaluación de la asignatura sería un Servicio Social, no sonaba pertinente entonces, máxime si ni siquiera sabíamos qué íbamos a hacer.

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Pero conociendo las pautas generales me adherí a un grupo y decidimos trabajar en favor de la defensa del derecho de los niños a la educación. Pensamos en la escasez de materiales escolares que podía tener algún colegio departamental y después de indagar escogimos un colegio público ubicado en el municipio de Puerto Colombia, nuestra misión: promover la donación de textos escolares, de todo tipo… matemáticas, ciencias sociales, ciencias naturales, historia, filosofía, lengua castellana y educación sexual, y poco a poco durante el semestre los fuimos consiguiendo. Bien a través de donaciones de personas que se enteraron de la campaña en redes sociales y por la venta de deliciosos postres vendidos entre profesores familiares a amigos.

Confirmamos que el Colegio no tenía buenos libros y ni siquiera el famoso Álgebra de Baldor, estaba en los estantes. Y con mayor motivación, vimos cómo semana a semana las cajas de libros iba creciendo, cómo la solidaridad en acción iba acercando los derechos a esos niños que al parecer el Gobierno había olvidado… ¡Y llegó el momento de la entrega! Unido el equipo de 9 estudiantes que le apostamos a esta causa, salimos rumbo al colegio cargados con el fruto del esfuerzo, sabíamos no eran suficientes libros para todos, pero un libro en el lugar adecuado, en el momento adecuado, en las manos adecuadas (las de un niño) puede hacer una gran diferencia… y llegamos al colegio, y aquí la magia de la alegría en la comunión escolar nos tragó por completo, el resto, es historia.

La realidad no se transforma si solo pensamos y hablamos, pero no hacemos; evidentemente los problemas no pueden resolverse solo con colaboraciones altruistas, pero si podemos ser parte de la solución, si nos motivamos a cambiar el mundo con nuestro aporte, estamos seguros podemos hacerlo.  Y en el “ser sociales” por la solidaridad permanecemos unidos a nuestros semejantes, por ello, cuando vemos falencias, más que hablar, debemos actuar.

La solidaridad empieza cuando accedemos al otro en su otredad y cuando el hombre en sociedad consta de una valoración intersubjetiva del entorno que le permita conocer y/o tomar conciencia acerca del estado de todas las personas de su comunidad, e inclusive de él mismo, porque la solidaridad trata siempre de poner en equilibrio tanto la condición personal como la social del hombre; a partir de esa conciencia colectiva, la sociedad puede crear un arquetipo a partir del cual busque soluciones por sí misma. Si 9 estudiantes de segundo semestre de derecho pudimos hacerlo realidad en un colegio, imaginen lo que podemos hacer uniendo nuestro esfuerzo para brindar mejor educación a nuestros niños.

Nos encontramos en vísperas de la Navidad; esa fecha que llena de regocijo a los cristianos porque se conmemora la venida de Jesús al mundo, el Salvador y el Redentor, la cual podemos simbolizar como un acto de amor y solidaridad por su gran entrega al mundo. Un buen acto de interiorización de este ejemplo puede impulsar a asumir el compromiso de vivir en auténtica solidaridad con el prójimo. Jesús vino a resumir todos los mandamientos a través de la ley del amor, diciendo: Ama a Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo, esa es la Buena Nueva; y en la Democracia el mandamiento nuevo es la solidaridad.

 

*Estudiante de Derecho, Universidad Sergio Arboleda, Barranquilla.

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