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La tensión llega a las calles de Honduras ante el temor a un fraude electoral


El lento recuento de votos en Honduras ha colocado nuevamente al país centroamericano al pie de la parálisis política y la confrontación en las calles. Mientras tanto, la comunidad internacional intensifica sus llamados a la calma para que las partes respeten el resultado electoral. Sin embargo, la paciencia se agota y amenaza con incendiar las calles cuatro días después de la celebración de las elecciones presidenciales en la que aún no se conoce el vencedor.

La mañana del jueves, según el recuento oficial, el candidato del Partido Nacional, el presidente Juan Orlando Hernández, superaba en casi 30.000 votos a su rival el candidato de la “Alianza”, Salvador Nasralla. Los datos, conocidos con cuentagotas, señalan que Juan Orlando lograría renovar la presidencia al obtener el 42,6 % de los sufragios frente al 41,6% obtenido por el popular presentador de televisión aliado del expresidente Manuel Zelaya, con el 89% de los votos contabilizados. Una diferencia de menos de un punto sobre un universo de casi 2,5 millones de votos recibidos.

Cuatro días después todas las miradas seguían puestas en el Tribunal Electoral donde se lleva a cabo un lento recuento que ha cambiado de forma notable en las últimas horas. Las tendencias comenzaron a voltearse el miércoles a medida que seguían contabilizándose las actas que llegan de las zonas rurales.

La ventaja inicial de Nasralla por cinco puntos empezó a cambiar progresivamente a favor del actual mandatario, lo que provocó malestar de los seguidores de la “Alianza”, que insisten en las denuncias de fraude debido a las miles de actas desechadas o no contabilizadas por inconsistencias, por lo que protagonizaron distintas protestas en varios puntos del país.

Los resultados, que antes favorecían al a Nasralla, comenzaron a cambiar la tarde del miércoles y a darle la ventaja a Hernández. A la sensación de pucherazo contribuye una “caída del sistema” en el centro de cómputo lo que impidió seguir el escrutinio durante varias horas. Cuando regresó la normalidad Juan Orlando Hernández llegó a la cabeza en el conteo.

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Desde entonces la tensión se ha trasladado a la calle. Seguidores de la “Alianza” realizaron protestas, cortes de carreteras y quema de llantas en distintos puntos del país y los seguidores del Partido Nacional, actualmente en el poder, también llevaron la presión a la calle al convocar caravanas para celebrar la ventaja de su candidato.

Por su parte La Organización de Estados Americanos (OEA) exige que no se hagan públicos los resultados definitivos hasta que no se complete el conteo del 100% de los votos e hizo firmar un documento a las partes donde se comprometen a aceptar el resultado. “Hago un llamamiento de parte de todos los militantes, simpatizantes y al pueblo hondureño en general a esperar en calma y en paz el escrutinio de la elección del pasado 26 de noviembre”, señala el pacto firmado.

Sin embargo, pocos minutos después de estampar su firma, Nasralla se desdijo y renegó del documento.

“Señores, nos han visto la cara de tontos y nos quieren robar el triunfo. Yo ya no confío en el Tribunal”, dijo Nasralla. “El ganador fui yo, que es imposible darle vuelta. Nunca bajamos, siempre la tendencia fue creciente, ellos pararon el sistema y hoy (miércoles) lo botaron y eso no lo voy a aceptar”, indicó.

“Yo firmé un documento sin pensar que al firmarlo representaría que se caería el sistema. Solamente respetaré el resultado de actas físicas. Informo de que no tiene una validez el documento con la OEA”, anunció en una rueda de prensa. Dos días antes Nasralla advirtió en entrevista con el EL PAÍS que movilizaría a sus seguidores en las calles para defender su triunfo.

Por su parte la OEA lamentó la decisión y pidió al órgano electoral que se cuenten los votos “de forma transparente”. La OEA seguirá trabajando a favor de la justicia en las elecciones de Honduras”, señaló la OEA en su cuenta oficial de Twitter.

Meciendo la mano de Nasralla se encuentra el expresidente Manuel Zelaya, expulsado del poder en 2009 con un golpe de Estado y que denuncia un fraude “gigantesco” como el que ya sufrió cuando en las últimas elecciones presentó a su esposa Xiomara Castro al cargo que ahora está en juego. La preocupación de la comunidad internacional es que la tensión en el recuento se desborde en la calle y se acentúe la polarización de una sociedad fracturada tras el golpe que expulsó por la noche y en pijama a Zelaya del poder.


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